miércoles, 12 de enero de 2011

UN LUGAR DE INTERCAMBIO...

Este fin de semana pusimos rumbo a la cercana capital de Marruecos: Rabat.  El viernes, después de una dura semana de trabajo tras las vacaciones de navidad, preparamos nuestras mochilas y cogimos un tren que nos llevaría a Rabat. Durante la hora que nos separaba de la gran cuidad de Casablanca de Rabat,  aprovechamos para ojear a nuestra compañera de viajes, la guía Trotamundos. Nada más ponerse en marcha el tren, por fin comenzó nuestro primer viaje solas. SOLAS.

Desde que llegamos aquí hace dos meses, todavía no habíamos tenido la oportunidad de hacerlo sin la compañía de la familia o amigos. Por ello, queríamos experimentar como era la experiencia de viajar por un país con una cultura tan diferente a la nuestra y un idioma que apenas dominamos. Así que, cargadas de ilusión y ganas, acompañadas por trotamundos y una pequeña libreta en la que apuntamos algunas frases típicas y palabras básicas del idioma árabe, pusimos rumbo a Rabat.

Nada más pisar las calles de Rabat, una sensación de calma y tranquilidad invadió nuestros cuerpos. Nada que ver con la agobiante ciudad de Casablanca. Enseguida pudimos percibir que la ciudad donde pasaríamos el fin de semana sería mucho más tranquila.

Con el mapa de las calles de la capital en nuestras manos, nos dirigimos al albergue, que se encontraba en una zona céntrica de la ciudad. Con ayuda de amables personas que encontramos por el camino, por fin encontramos el albergue juvenil.

Ya entrada la noche, llegó la hora de cenar. Después de comer alguna que otra fritanga en los muchos de los Snaks que había en la ciudad, volvimos al albergue con ganas de descansar, ya que la semana había sido bastante dura.

Ya en el albergue, pudimos conocer a las dos chicas que compartirían con nosotras la habitación: Gael y Anna. Enseguida nos pusimos hablar con ellas y así fue como conocimos a las dos personas que harían este fin de semana un poco más especial, ya que su compañía fue muy agradable. Tras hablar, hablar y hablar… llegó la hora de meternos en nuestros sacos y soñar…

BONJOUR! Le petit déjeuner!!! Esas fueron las primeras palabras que sonaron de despertador. El hombre del albergue parecía más un padre, o baba, como dicen aquí en Marruecos, que un simple recepcionista. Esto nos hizo sentir como en casa y en familia. Sin duda alguna, una ambiente agradable y acogedor.

El sábado, después de un largo desayuno compartiendo e intercambiando experiencias con diferentes personas del mundo, decidimos salir a visitar uno de los lugares más bonitos de Rabat: Kasba de los oudaÏa. Este lugar nos recordó a la mágica aldea de Chechauen, ya que aquí los colores blanco y azul también dominaban por encima del resto. Dentro de la Kasba, un pequeño jardín andaluz fue nuestro lugar elegido para descansar y desconectar.

Después de callejear y callejear por la kasba y la medina antigua, decidimos ir a comer a un lugar más tranquilo y “sano” que un simple Snak. El lugar elegido fue un restaurante rodeado de vegetación y un habiente agradable que sería nuestro lugar elegido para hacer nuestras comidas para el resto de fin de semana. Después de comer, decidimos echarnos una siesta tumbadas al sol del parque del triángulo, hasta que un policía nos obligó a levantarnos de allí.

Ya por la noche, decidimos salir a cenar junto a la compañía de Gael y Anna. Para ellas, era la primera vez que salían de noche por las calles de Rabat, ya que ambas viajan solas y ser mujer en un país dominado por hombres, como en muchos otros, salir de noche una mujer sola puede ser peligroso. Durante la cena nos pudimos conocer aun más y sin duda fue una vela algo especial.

Gael es belga y ha tenido la suerte y valentía de viajar por medio mundo con la compañía de ella misma. Durante la cena nos contó algunas de sus experiencias más difíciles, como la que vivió en Kenia cuando sólo tenía 22 años. Según nos relato, los dos meses que paso allí fueron los dos meses más duros de su vida, ya que en sus propias palabras “estuvo al borde de la muerte”, debido a las duras condiciones en las que vivía y a la falta de recursos. Pero afortunadamente salió adelante y como no, siguió viajando. No sabe cuanto tiempo pasaran en Marruecos, ya que es la primera vez que no tiene billete de vuelta. Con lo cual, estará cerquita nuestro durante unos meses para conocer mejor la cultura marroquí y su lengua.

Anna es australiana, aunque tiene raíces georgianas. Ella, al igual que Gael viaja sola y pasara aquí una temporada de dos meses aprendiendo árabe junto a una familia marroquí de Marrakech. Después de Marruecos tiene pensado dirigirse a la bonita ciudad de Sevilla para seguir aprendiendo flamenco, ya que a pesar de ser australiana- georgiana lo lleva en la sangre. Ole por ella!!!

El domingo amanecimos de la misma manera que el día anterior, de la mano de baba recepcionista y su sintonía: BONJOUR! Le petit déjeuner!!!

El desayuno del domingo se alargó agradablemente en el patio del albergue donde tomamos el desayuno con el sol acariciándonos la piel. Esta vez, conocimos a diferentes chicos que se hospedaban al igual que nosotras en el albergue y al igual que las demás personas que habíamos conocido,  viajan solos por el mundo. Uno era francés, otro esloveno y otro sueco. Los tres con destinos muy distintos y con historias de vida muy interesantes.

Como veis, durante este primer fin de semana solas, hemos podido conocer a personas muy especiales, que tienen la valentía de recorrer países partiendo con ellos mismos y en circunstancias a veces complicadas, pero que todo recompensa, ya que la maleta de vida que empezó vacía, acaba rebosada por las mil y una experiencias y por las diferentes personas y amistades que se hacen por el camino.  

Sin duda, Rabat no nos ha dejado indiferente… Volveremos, seguro que VOLVEREMOS!