sábado, 23 de abril de 2011

Cuando las primeras impresiones engañan...

Después de dejar atrás las increíbles cataratas de Ouzoud, nos dejamos llevar por la compañía de Julian. Gracias a él conocimos a una amable familia con la que compartimos unos bonitos días entre los pueblos de Arzu e Ifran, los cuales nos sirvieron para conocer los tranquilos paisajes naturales que hay por la zona; ya que después de vivir en la agotadora ciudad de Casablanca, se agradecen unos días así.

Nuestro próximo destino sabíamos que sería Chauen. En noviembre ya visitamos esta mágica aldea, pero esta vez la queríamos ver con la luz del sol y no con el agua y el frio de la lluvia que nos acompaño en aquellos tiempos.

Para llegar hasta Chauen tuvimos que pasar por fes. Medio día solo pasamos aquí y fue suficiente para querer salir “huyendo”, ya que debido a la semana santa los precios estaban disparados. Así que una noche de paso y a la mañana siguiente estábamos con las pilas cargadas para coger el autobús de Chauen.

El viaje nos dejó las maravillosas vistas de los verdes montes de Rif. Y allí a lo lejos, los colores blancos y azules se acercaban poco a poco.

Nosotras ya estábamos en Chauen y el sol también.

Días de verano,agua, tranquilidad, calma… que la prisa mata!

Quisimos aprovechar que estábamos en Chauen para visitar Tetuán, que solo les separan una hora de viaje. La llegada a esta no nos transmitió buenas sensaciones. No sabíamos si estábamos en Marruecos o en España, ya que aquí, en Tetuán casi todo el mundo habla español. Nos llegamos a preguntar ¿Qué hacemos aquí?

Pero a veces hay que dejarse llevar…

Nos dirigimos a la medina de Tetuán, que según habíamos leído era una de las más bonitas de todo Marruecos. Así como en Chauen los colores principales son el azul y blanco, aquí lo son el verde y el blanco. Quizás una de las medinas mas diferentes que hemos visto hasta ahora. Un amable hombre, nos enseño todos los rincones de esta laberíntica medina. Hasta que en mitad de una de las callejuelas la música nos hizo parar. Allí, en esa pequeña callejuela compartimos unos bonitos momentos con unos músicos de Tetuán; los cuales nos quisieron hacer un pequeño regalo. Después de trepar valientemente por los balcones, ventanas y terrazas de casas ajenas, nos regalaron las mejores vistas de esta medina. Los esfuerzos y algún que otro arañazo merecieron la pena.

Asique, gracias a las amables y especiales personas con las que nos topábamos fuimos conscientes de que a veces las primeras impresiones engañan…

Con pena, volvimos a Chauen y recibimos con los brazos abiertos a las amigas catalanas Neus y Carla, que nos llenaron de energía y alegría durante los últimos días de vacaciones. Con ellas también conocimos el paraíso, el verdadero paraíso ¿verdad chicas?

En nuestras memorias quedará…





sábado, 16 de abril de 2011

Un largo camino hasta Ouzoud...

Preparadas nuestras mochilas para una semana y media de vacaciones, pusimos rumbo a las cascadas de Ouzoud, la primera parada de una larga ruta. Las cosas no empezaron como esperábamos. Para empezar el autobús con el que teníamos pensado viajar estaba completo. Esto rompió totalmente nuestros planes, y no nos quedo más remedio que pararnos a pensar 10 minutos: ¿Qué hacemos ahora? Decidimos llamar a la familia y nos aconsejó ir a la gare Routier. Después de dar mil vuelta para encontrar esta estación, por fin llegamos a esta inmensa “ciudad de autobuses”. Cientos de personas apiladas frente a los autobuses, hombres gritando destinos, miles de claksones de autobús sonando aquí y allá… y la gente pensando: ¿Qué hacen estas aquí? Ya que éramos las únicas extranjeras en esta gran “ciudad”. Gracias a la amabilidad de uno de los vendedores, conseguimos nuestros tickets hacia Beni Mellal, uno de los pueblos intermedios que nos llevaría  hasta llegar a Ouzoud. Nuestro autobús no tenía ahora exacta. Cuando llegaba, llegaba…Aquí funcionan así las cosas. Nosotras mirábamos a los autobuses y solo esperábamos que nos tocara uno medianamente cómodo y afortunadamente así fue! Después de varias horas de viaje, por fin llegamos a Beni Mellal. Este pueblo no nos dio buenas sensaciones, asique decidimos irnos de allí y pasar la noche en Azilal. De esta manera, también ganaríamos tiempo para llegar a Ouzoud. Montadas en el gran taxi, acompañadas de 4 viajeros más, poco a poco se fue echando la noche encima y eso nos impidió ver los magníficos paisajes de la zona. La carretera no fue fácil… curva a la derecha, curva a la izquierda… Esto provocó los vómitos de un viajero! Imaginaros: 4 personas en la parte de atrás de un coche, y uno de ellos potando…ummm que agradable… menos mal que el chofer iba preparado con jabón y agua!

Por fin llegamos a Azilal, y gracias una vez más a la amabilidad de un compañero de viaje, que nos llevo hasta el bonito y barato hotel donde pasaríamos la noche antes de llegar a las cascadas.

Las 8 de la mañana y estamos en pie, con ganas de ver las famosas cascadas de Ouzoud. El camino hasta Ouzoud tampoco fue muy lineal por las montañas, así que… ¿os podéis imaginar lo que pasó otra vez?

Por fin estamos en Ouzoud! El día estaba un poco oscuro pero todo y así, las vistas de las cascadas eran impresionantes. Los colores de las montañas y el agua se entremezclaban y la fuerza con la que caía el agua a 100 metros impactaba.

Durante nuestra estancia en Ouzoud, decidimos ir a lo más barato y dormimos casi-casi al raso, ya que solo nos cubrían 4 esterillas. Esto nos permitió escuchar el ruido de las cascadas toda la noche. Aunque lo que podía haber sido una noche espectacular, se convirtió en una pesadilla, ya que uno de los atrapaguiris del primer camping nos hizo pasar un mal rato por la noche, adquiriendo así, la sensación de inseguridad e incomodidad. Aunque finalmente todo quedo en una anécdota graciosa de contar (algún día lo haremos). Aun así, decidimos marcharnos de allí e ir a otro camping. Los dueños de este otro, Taibid y Mohamed nos acogieron con las manos abiertas y esto permitió que pasáramos unos días de tranquilidad en medio de las magníficas montaña del Atlas. Allí también conocimos a Julian, un francés que está viajando por Marruecos. En su compañía, conocimos el pueblo Mexicano y a diferentes personas que nos han alegrado el viaje gracias a su buena onda y a su música. Despedirnos de Ouzuod, fue como cuando te vas de un pequeño pueblo de montaña, ya que después de pasar unos días allí todos te conocen.


BISLAMA OUZOUD!!!!