Después de dejar atrás las increíbles cataratas de Ouzoud, nos dejamos llevar por la compañía de Julian. Gracias a él conocimos a una amable familia con la que compartimos unos bonitos días entre los pueblos de Arzu e Ifran, los cuales nos sirvieron para conocer los tranquilos paisajes naturales que hay por la zona; ya que después de vivir en la agotadora ciudad de Casablanca, se agradecen unos días así.
Nuestro próximo destino sabíamos que sería Chauen. En noviembre ya visitamos esta mágica aldea, pero esta vez la queríamos ver con la luz del sol y no con el agua y el frio de la lluvia que nos acompaño en aquellos tiempos.
Para llegar hasta Chauen tuvimos que pasar por fes. Medio día solo pasamos aquí y fue suficiente para querer salir “huyendo”, ya que debido a la semana santa los precios estaban disparados. Así que una noche de paso y a la mañana siguiente estábamos con las pilas cargadas para coger el autobús de Chauen.
El viaje nos dejó las maravillosas vistas de los verdes montes de Rif. Y allí a lo lejos, los colores blancos y azules se acercaban poco a poco.
Nosotras ya estábamos en Chauen y el sol también.
Días de verano,agua, tranquilidad, calma… que la prisa mata!
Quisimos aprovechar que estábamos en Chauen para visitar Tetuán, que solo les separan una hora de viaje. La llegada a esta no nos transmitió buenas sensaciones. No sabíamos si estábamos en Marruecos o en España, ya que aquí, en Tetuán casi todo el mundo habla español. Nos llegamos a preguntar ¿Qué hacemos aquí?
Pero a veces hay que dejarse llevar…
Nos dirigimos a la medina de Tetuán, que según habíamos leído era una de las más bonitas de todo Marruecos. Así como en Chauen los colores principales son el azul y blanco, aquí lo son el verde y el blanco. Quizás una de las medinas mas diferentes que hemos visto hasta ahora. Un amable hombre, nos enseño todos los rincones de esta laberíntica medina. Hasta que en mitad de una de las callejuelas la música nos hizo parar. Allí, en esa pequeña callejuela compartimos unos bonitos momentos con unos músicos de Tetuán; los cuales nos quisieron hacer un pequeño regalo. Después de trepar valientemente por los balcones, ventanas y terrazas de casas ajenas, nos regalaron las mejores vistas de esta medina. Los esfuerzos y algún que otro arañazo merecieron la pena.
Asique, gracias a las amables y especiales personas con las que nos topábamos fuimos conscientes de que a veces las primeras impresiones engañan…
Con pena, volvimos a Chauen y recibimos con los brazos abiertos a las amigas catalanas Neus y Carla, que nos llenaron de energía y alegría durante los últimos días de vacaciones. Con ellas también conocimos el paraíso, el verdadero paraíso ¿verdad chicas?
En nuestras memorias quedará…