miércoles, 10 de noviembre de 2010

UN DÍA EN LA CIUDAD...

E l sábado día 6, decidimos pasar el día en el centro de la ciudad de Casablanca junto a la compañía de Shaimma, la que ya se a convertido  en nuestra hermana pequeña y acompañante.  Hasta el día de hoy no habíamos salido del barrio, por ello la curiosidad de cómo sería la gran ciudad nos invadía.
Nuestro primer objetivo sería conseguir un colectivo, una especie de taxi, en el cual entran 6 personas además del taxista. Con lo cual  aquí se  ha inventado un nuevo asiento: el freno de mano.  El camino con el taxi fue toda una aventura; estas a la espera de cuando alguno de los miles de coches temerarios que circulan junto al tuyo, se chocaran contra ti, pero por suerte, no lo llegas a ver… Esta temeridad  forma parte del sistema de vida aquí en Marruecos, igual que cruzar las calles por en medio de la vía sin tener en cuenta que pasan los coches, ya que los pasos de cebra están de decoración. Por tanto, no hay ni orden, ni ley.
20 minutos nos separan del centro de la ciudad. Poco a poco, según van pasando los segundos, vamos observando los cambios físicos de la calles de barrio hacia la ciudad.
Una vez llegadas al centro, que corresponde a la antigua medina, pudimos dar un paseo por ella., donde pudimos observar un zoco enorme (el mercado variado de aquí)
Del zoco pasamos a las calles más céntricas  de la ciudad, llegando asi a la parte mas rica de la ciudad de Casablanca; ya que esta es enorme con aproximadamente 5 millones de habitantes y 3 veces más grande en superficie que la ciudad de Barcelona.
Gracias a la agradable compañía de Shaimma, pudimos conocer los rincones de esta gran ciudad: el parque de la liga árabe, el ayuntamiento, “las torres gemelas”, varias plazas y parques, el centro cervantes y consulado español  y el fabuloso parque de atracciones, donde pudimos vivir en nuestras propias carnes lo que es el miedo a las infraestructuras inseguras.
Ya por la tarde noche, después de haber visitado los diferentes rincones de esta ciudad, nos invadió el sentimiento consumista y nos dirigimos hacia las tiendas de ropa. Pero nada más entrar en una de ellas, ese sentimiento desapareció, ya que por sorpresa nuestra la ropa de las famosas cadenas internacionales, de las cuales no daremos nombres (una imagen vale más que mil palabras) es mucho más cara que en España. Echo que nos impacto, ya que viniendo de un país en vías de desarrollo nos cuesta comprenderlo.
Poco a poco, según pasaban las horas, la noche se nos fue echando encima y llego la hora de coger un colectivo y volver a casa. Por sorpresa, lo que pensábamos que sería “coser y cantar”, fue una tarea más larga, ya que una larga cola de personas nativas estaban también a la espera de un taxi. La espera duro unos 30 minutos, pero por ello no dejo de ser interesante y entretenida, dado que cada colectivo que llegaba era una historia aparte para que los viajeros se pudieran montar e irse a su destino. Como el caso de un grupo de mujeres que llevaban un horno en una caja y “si o si” insistieron en meterlo en el maletero, a pesar de los impedimentos y negaciones del taxista ya que la caja era de grandes dimensiones. Pero finalmente se salieron con la suya atando la puerta con un gancho a la parte inferior del vehículo.
Dejando atrás los rascacielos, volvimos a las pequeñas casitas de nuestro barrio…


1 comentario:

  1. aaaai!!!!ya está!!
    bueno, deciros q como sabrás, laura, lo del freno de mano no me extraña nada nada!!jajaj
    un beso muy fuerte a las dos!
    alguien dijo una vez.... ¡Carpe Diem!

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