Y de la agobiante Marrakech a la tranquila Essaouira… hasta que apareció un hombre de blanco!
Después de las 3 horas en autobús que separaban Marrakech de Essaouira, las cuales sirvieron para intercambiar historias y anécdotas, aunque algunas se durmieran por el camino… Por fin llegamos a la estación de esta ciudad portuaria Marroquí. Nada mas bajarnos del autobús una manada de guías “falsos” se abalanzo sobre nosotras con el claro objetivo de llevarnos a sus hospedajes. Pero había uno en especial que se involucró más de la cuenta, hasta que decidimos responderle con un rotundo LA! (no en árabe) y un gesto de “vete de aquí ya”. Este hombre vestido de blanco, no se lo tomo muy bien y decidió amenazarnos con un: os tendré vigiladas todo el viaje!!!
En un principio, nos tomamos a risa su amenaza, hasta que nos dimos cuenta que realmente nos estaba siguiendo Nuestra principal tarea era encontrar un alojamiento barato para pasar un par de días en este lugar, pero decidimos abortarla por miedo a que el hombre de blanco nos tuviera localizadas! Realmente teníamos miedo!
Así que, decidimos llenar nuestros estómagos con unas pizzas marrokinas. El almuerzo fue tranquilo, aunque sin olvidar “al de blanco”. Todo parecía haberse calmado hasta que de repente… TA-TXAN! EL DE BLANCO ! Y una vez más, nos amenazó con un gesto de: os tengo vigiladas ! Más acojonadas todavía, sin andar ni 100 metros, nos metimos en el primer hostal que encontramos y la verdad es que nos salió muy baratito: 50 dirhams la noche (5 antiguos euros) aunque nuestras espaldas sufrieran varias cuchilladas durante la noche debido a los viejos muelles de las camas.
Después de dejar nuestras maletas salimos a pasear por las calles de Essaouria sin un rumbo fijo. Poco a poco fuimos conociendo los encantos de este lugar. Primero fue su puerto, lleno de gaviotas y con un olor a pescado propio de un lugar así. Más tarde fueron sus murallas, en las cuales el viento retumbaba con fuerza. Pero sin duda, el encanto de este lugar es su antigua medina, la cual esta declarada por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad desde 2001. En ella, conocimos los rincones más solitarios, pero a la vez más especiales. Charlamos con los diferentes artesanos de la zona, los cuales la gran mayoría eran bereberes y muy amables, hicimos alguna que otra compra y paseamos, paseamos y paseamos…
Ya entrada la noche, y dejando el embutido a un lado, decidimos comer con fundamento. Por ellos fuimos a un restaurante en el cual nos trataron como reinas. La comida voló, el ambiente era tranquilo, nos pusieron música de la buena y además pudimos terminar la velada con unas cervecitas… Que más se puede pedir?
Sin duda, la estancia en Essaouira estuvo marcada por el “hombre de blanco” ya que consiguió que no nos olvidáramos de él en todo el viaje, hasta el punto de imaginárnoslo subiendo por la ventana de nuestra habitación. Realmente tener ese pequeño encuentro distendido con él, dio lugar a muchos momentos de risa.
Aunque especialmente, el viaje no hubiera sido el mismo sin la presencia de titi Irati y Tamara, ya que su visita nos ha regalado muchos momentos buenos. Muchos!!!
Esperemos que para vosotras haya sido un viaje especial, ya que ha estado cargado de anécdotas para no olvidar y que además os haya servido para conocer un poquito la cultura marroquí, tanto su lado negativo como el positivo!
Solo deciros una cosa: ya podéis ir a La Concha y gritar a los cuatro vientos:
JE SUIS MOROCCANNE!
ESKERRIK ASKO!
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