Por fin llegaron las deseadas vacaciones! Y con ellas la llegada de dos buenas amigas del País Vasco: Tamara e Irati. Después de irlas a buscar al aeropuerto con los brazos abiertos y adentrarlas un poquito en lo que es nuestra vida diaria en el barrio, la casa y la familia, cogimos un tren rumbo a Marrakech, el que sería nuestro primer destino del viaje. Después de esperar media hora al retrasado tren, nos metimos en él como sardinas en latas. Durante el viaje de 4 horas, tuvimos tiempo para charlas de cómo iban las cosas por aquí y por alli…
Nuestro principal objetivo era que tanto Tamara como Irati se convirtieran en estos 5 días en unas auténticas mujeres marroquís, para que así pudieran decir eso de: je suis maroccan! Veremos si lo consiguieron…
Nada más llegar a la estación de tren de Marrakech una masa de taxistas quería ofrecernos sus servicios, y aunque separadas en dos taxis, porque aquí solamente pueden viajar 3 personas en cada uno, nos volvimos a reunir en la típica plaza Jemaa-el-Fna. Nuestro próximo objetivo era encontrar el hostal, una tarea en principio fácil pero que al final resulto ser una auténtica odisea…
Hora: 10 de la noche.
Lugar: Medina de Marrakech.
Protagonistas: Dos “marrokinas” y otras dos en proceso de serlo…
Nada mas adentrarnos en la medina, comenzamos a preguntar a las personas o más bien hombres que había por la zona, donde se encontraba nuestro hostal. Para arriba! Para abajo! Vuelve para arriba! A la izquierda! No a la derecha! metete por este callejón! No por el otro! Mas perdidas que un pulpo en un garaje y con una manifestación de chavales detrás intentado guiarnos o más bien “DES- guiarnos”, en medio de tanto hombre apareció nuestro salvador: EL PINGAS!!! Engominado hasta los pelos del sobaco, con un traje rayado que más quisiera el president de la generalitat Valenciana Francisco Camps y con un pinganillo, apareció el que sería el recepcionista más profesional de todos los tiempos. En principio no nos fiamos de él, ya que las pintas con las que se nos presento y la multitud de gente que nos llevaba de aquí para allí, no eran del todo fiables, pero finalmente resulto ser nuestro salvador y con su ayuda y acompañadas de una tropa de chavales, por fin llegamos a la recepción de nuestro hostal, que mas bien parecía un puti-club, ya que el callejón donde se encontraba, las luces navideñas que alumbraban sus puertas, y los alegres colores de las habitaciones no nos hubieran hecho ver que en aquel sitio pasaríamos la noche. Pero así fue, y lo que en principio pintaba mal, se convirtió en un rincón lleno de buenos momentos.
Ya por la mañana, y sin poder olvidar el espectáculo de la noche anterior, enseñamos a Tamara e Irati las callejuelas de la motorizada medina de Marrakech. Regalito por aquí, regateo por allá… Irati y Tamara iban aprendiendo algunas técnicas y palabras claves para negociar con los vendedores. Con lo cual poco a poco nuestro objetivo se iba cumpliendo.
Ya a la tarde, nuestros estómagos nos pedían alimentos y como buenas mujeres ibéricas, nos sentamos en mitad de una placita y abrimos nuestros embutidos. Qué bien nos sentó ese choricito, ese jamoncito, ese salchichón y ese quesito que nos trajeron nuestras amigas! Gracias! Lo necesitábamos!
Después de comer, nos adentramos una vez más en la medina para visitar la Madraza Ben-Youssef, una antigua escuela coránica y el museo de Marrakech. Después de dar mil vueltas para lograr salir de la medina, fuimos a visitar la mezquita Koutobia, y por sus alrededores aprovechamos para sacarnos divertidas fotos y dar un poco el cante…
Para terminar el día, no pudimos irnos de Marrakech sin que Tamara e Irati cenaran en los típicos puestos de la plaza. Después de esto nos dirigimos a nuestro súper puti-pinga-hostal. Y quien estaba allí esperándonos con una seductora voz? No podía ser otro que el pingas! Y como no podía ser de otra manera, al seductor tono de lailasaida! (buena noches en árabe) se despidió de nosotras.
El día siguiente pusimos rumbo a Essaouria, un pueblecito costero que nos esperaba a 3 horas de Marrakech. Aunque no sólo nos esperaba el pueblo… también nos esperaba un hombre vestido de blanco…
CONTINUARA…
ojala puedas hacerme sentir parte de esa cultura durante al menos unos dias
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